La luna se contagió de tu adiós. La
luz que entraba por mi ventana a media noche, acurruca mis recuerdos
marchitos por tu despedida, que fugaces pasan los años, que rápidos
los momentos bellos, que corta y cruel es la vida, aquella que hoy me
abate por ultima vez, esa que hace que me sienta cansado de estar con
ella, aquella que se presenta ante mi como un ave negra y endiablada
que intenta dañarme hasta dejarme sin aliento. Ahora te grito a ti,
gigante dormido, levanta la testa y mira al horizonte, alza los
brazos y levanta tu cuerpo cansado. Despierta de tu letargo y
abandona las aguas errantes de mi soledad y embarcate en las
corrientes que corren por mis venas. Recoge tu corona, rey de reyes,
y lanza tu ejercito de emociones para que acaben con las tropas del
dolor y la amargura. Haced que se rompan los escudos que protegen lo
mas oscuro de mi alma y embestid sin miedo alguno a quienes osaron
aturdirme entre lagrimas y melancolía. Valiente rey armado, levanta
tu espada de plata y lucha por la libertad de mi cuerpo interno. Haz
que los rayos de la hermana luna vuelvan a iluminar mi rostro, haz
que pueda sonreir de nuevo, acaba con los pocos restos de dolor que
aun quedan en mi interior. Siega con tu guadaña las piernas del
dolor que me ha echo ser como soy, ser este ser vacio de emociones
reales y fácil de moldear. Córtaselas para evitar que corra de
nuevo tras mi alma, para evitar que inocule mas veneno en ella.
Por: Carlainne