martes, 28 de agosto de 2012

Recuerdos de una vida 2º Fragmento

Días mas tarde mientras paseaba por las calles para intentar despejarme y olvidarme de ella, vi a dos niños tirándole piedras a un pobre perro callejero, no se porque pero sentí la necesidad de protegerlo y me metí por medio para evitar que siguieran maltratando al pobre animal, al verlo tan solo, malherido, con cara de no haber probado bocado en varios días y tiritando me recordó a mi cuando era niño.
En ese momento una sensación de protegerlo me inundo el alma, lo recogí y lo cuide con el propósito de que se recuperara pronto, el se convertiría en algo que jamás había tenido, un amigo fiel y leal.
Pensé en ponerle el nombre de mi amada, pero avía dos problemas, que era macho y que ponerle su nombre seria humillante para el, así que decidí llamarlo por su raza, se llamaría Dogos, me quede pensando, como unos niños han podido tratar así a un perro tan grande y tan bonito, su color negro como el tizón con unas pequeñas marcas blancas en el lomo y unos ojos marrones como el tronco de un roble, un carácter amigable, lo mas normal es que tras ese trato que le habían dado era que me hubiera mordido, pero no lo hizo y por ello se gano mi cariño.
Días mas tarde mi nuevo amigo de cuatro patas se recupero y fuimos a dar un paseo juntos para que le diera un poco el aire, mientras paseábamos nos encontramos con un viejo conocido mío de cuando trabaja de cochero en la finca de un hombre muy importante de negocios, ese hombre llamado Mamadu fue el que me recomendó a su señor como cochero, su dueño le había despedido y ahora buscaba trabajo, yo le devolví el favor recomendándoselo como carguero de los barcos a mi superior.
Ese hombre, mas joven que yo me decía que le había echo el favor mas grande que nadie podía haberle echo ya que por ser negro muchos lo trataban como a un perro callejero y que en mas de una ocasión le habían golpeado simplemente por tener un color de piel diferente a los demás.

Días después, recibí una extraña carta citándome a las nueve de la noche en el quinto amarre de la bahía, en el puesto Nº 12. Cuando me dirigía hacia allí un extraño presentimiento paso por mi cabeza, cuando llegue me encontré con una persona que gracias a mi presentimiento esperaba la bellísima Mº Luisa Di’ banco me esperaba con la misma sonrisa tímida y coqueta que tenia cuando nos vimos hacia ya tiempo, cuando todavía nuestros caminos estaban juntos. Se acerco a mi y con voz tenue me dijo al oído- “Malieri, pongamos fin a esta agonía que llevamos al vivir el uno separado del otro, sin poder vernos, mi marido no me ama y apenas se preocupa por mi, por ese motivo es por el que e podido verte esta noche, el no me hace sentir lo mismo que tu me hacías sentir cuando me besabas, veámonos cada semana aquí en este lugar, que me respondes”. Su interesante invitación me hizo dudar, acepte, en ese momento le dije con una alegría inmensa, ya que volvería a estar junto a ella, todo lo que este tiempo no podía haberle dicho- “mi queridísima Mº luisa, eres tu quien me anima cuando estoy triste, eres tu quien me llenas de energía, eres tu quien me llena de confianza, eres tu ya que hace que tenga un motivo para vivir todos los días”. Durante meses nos estuvimos viendo, amándonos cada noche como su fuera la ultima, hasta el terrible día en el que ella quedo embarazada. Ella creyendo que seria de su marido y no le dio importancia alguna. Nueve meses más tarde ella dio a luz a dos precioso bebes, un varón y una mujer, pero para su desgracia ambos nacieron blanco, dos días mas tarde el musulmán al enterarse que había sido deshonrado agarro un cuchillo, y la hirió de muerte en el mismo vientre en el que había llevado a sus hijos, a mis hijos. El comerciante musulmán quiso deshacerse de los pequeños, pero su suegro, el señor Di’ banco le arrebato de las manos a los indefensos bebes antes de que el cumpliera su propósito, abandonarlos en una colina a su suerte. El apenado padre de Mº luisa lloraba sin consuelo alguno veía como la vida de su hija se apagaba y el no podía hacer nada para evitarlo, en el momento que me entere de su muerte, de la muerte de mi amada, mi corazón que había cicatrizado un poco, volvió a romperse esta vez definitivamente para no volver a cicatrizar jamás.
En su entierro no se oía nada, ni el viento, ni la melodía de las cigarras, ni el murmullo incesante de las hojas de los árboles, ni siquiera el canto hermoso de los pajarillos que revoloteaban entre las cortas y verdes ramas de los tristes y lúgubres cipreses.
Dentro de una elegante caja de roble se hallaba el cuerpo sin vida de mi amada, y mientras veía como descendía y al mismo tiempo intentaba consolar a su inconsolable padre pensaba en todas las noches que había pasado con ella y al mismo tiempo me sentía culpable de su muerte, mi corazón roto me decía que si yo hiciera rechazado su petición aquel día ella aun continuaría viva.
Días mas tarde el dueño de la naviera me llamo a su despacho, cuando entre una mirada de dolor inundaba sus ojos, me temía que me culpara del asesinato de su hija y pudiera denunciarme, me equivoque, con un gesto afable me dijo- “Perdóneme señor Malieri, perdóneme por haberme negado a que usted y mi difunta hija se casaran, si hubiera aceptado mi hija continuaría en estos momentos viva, por ello le pido perdón” a lo que yo respondí- “no tiene porque pedirme perdón señor Di’ banco, usted no es el culpable de su muerte, usted creyó que no casándose con migo seria mejor para su futuro, venga anímese, debe recordarla en los momentos alegres que paso con ella, su infancia, cuando jugaba con ella...” Ni siquiera mis palabras pudieron consolarle. Antes de irme me hizo una pregunta extraña- “señor Malieri, ¿usted la seguía queriendo aunque estuviera casada?” a lo que yo respondí- “ si señor di’ banco, la quise hasta el ultimo de sus días y aun la sigo queriendo aunque no este entre nosotros” entonces dijo- “pues entonces e de entregarle lo ultimo que me queda de ella, pásese mañana y lo recibirá”. Me marche de allí con una intriga muy grande, pensando en que podía ser eso que el señor Di’ banco me quería dar y sobretodo tras decirme que era l0o ultimo que el tenia de su hija, ¿Qué podía ser aquello?

A la mañana siguiente fui hacia el despacho del señor Di’ banco como el me dijo, cuando entre al despacho vi al señor Di’ banco sentado sobre su preciosa silla de cuero negro, de espaldas a su mesa de roble y a la puerta.
Con voz tenue pregunte- “da su permiso para entrar señor Di’ banco” y entre sollozos y con voz triste respondió- “adelante Tobías adelante”. En ese momento me quede extrañado, era la primera vez que el señor Di’ banco me llamaba por mi nombre. Me acerque hacia la mesa, el se dio la vuelta, entre las lagrimas que brotaban de sus ojos se podía ver el sufrimiento por la muerte de su hija.
Entonces el me dijo- “E aquí lo ultimo que me queda de mi hija, lo que pude arrebatarle a ese mal nacido el mismo día que mato a mi hija. Tómelos Tobías por que si mi intuición no me falla ellos son mas suyos que míos.” Ante mi expectante mirada el me entrego en un pequeño cestillo a dos pequeños bebes, me entrego a mis dos hijos.
Recibí a una pequeña niña a la que llame como su madre y a un fuerte niño al que llame Bartolomé. Ese día fue el día más feliz de mi vida. Años mas tarde, enferme y e llevado mi enfermedad durante muchos años pero ya no puedo seguir durante mucho mas tiempo, os e contado todo esto para que toméis empeño en vuestra vida, para que los males del amor no os afecten, para que podáis recordar alguna lección que hayáis encontrado en mi historia, para que en un futuro seáis mejores que vuestro padre y si la suerte no os acompaña no os preocupéis, por que vuestra madre y yo os estaremos vigilando y cuidando desde el cielo, ahora hijos míos seguid vuestra vida y no os preocupéis por el futuro mas próximo, Mamadú se encargara de vuestra educación, ya le e dejado dinero suficiente como para que recibáis un educación digna y no tengáis que estar trabajando desde muy pequeños, ahora dejadme a solas con Mamadú e de decirle una cosa.
Mamadú has sido mi amigo durante mucho tiempo y ahora te dejo a cargo de mis hijos, Mº luisa ya es casi una mujer y Bartolomé es fuerte pero no quiero que se lance a la vida, quiero que estudie y sea una persona de bien, a y no te olvides de Dogos, al pobre tampoco le queda mucho, gracias por todo, eres una persona maravillosa, lastima que esta sociedad no os trate de manera mejor a ti y a todos los de tu raza. Ahora déjame solo, quiero descansar.”
-“Como quieras amigo mío, el medico a dicho que es lo mejor que puedes hacer, hasta luego Tobías, Tobías… Tobías…. O Tobías, pobre, no has podido aguantar mas, pero al menos lo suficiente como para contar tu vida a tus hijos y que puedan aprender de ya, descansa tranquilo amigo mío yo cuidare de ellos, descansa en paz amigo mío, descansa en paz”
- “Mamadú ¿Cómo esta mi padre? –“Descansando Bartolomé, descansando en paz, ve a decírselo a tu hermana, e de llamar al doctor para que lo confirme”
- “De acuerdo Mamadú, gracias por todo”
- “Aquí termina la vida de Tobías Malieri un hombre al que la vida no le trato con justicia y que al final encontró la paz que durante toda su vida busco. Yo Mamadu, amigo fiel de el señor Malieri doy fe de ello”.