Nunca pude ver su rostro. La tenía a
mi lado mientras paseábamos por aquel parque oscuro, y nunca pude
verlo. Yo andaba lentamente, una llevaba puesta una camiseta gris,
unos baqueros y unos zapatos negros. Ella, no lo se. Era como una
sombra que caminaba junto a mi, pero que existía. Yo sabía que
existía. Notaba su presencia, su aroma, su voz. Solo podía
diferenciar que era una chica, su largo cabello y su cuerpo la
delataban, ella me agarraba por el brazo y me susurraba palabras que
no entendía, solo pude diferenciar una de todas las que me dijo (
Animas ). De pronto una luz iluminó el final de donde nuestros ojos
miraban. Todo cambien radicalmente. El parque oscuro se convirtió en
una verde pradera con un amplio río, los arboles oscuros se
convirtieron en fuertes y altos robles, pero ella desapareció.
Me encontraba solo, estaba yo y toda
aquella naturaleza que me rodeaba. Grité. Grité muy fuerte para que
me escuchara, peor no obtuve respuesta. El viento comenzó a soplar
un poco mas fuerte haciendo que una rápida brisa pasara a ente mi. Y
entre el polvo, algo blanco ondeaba. Una pluma, una pluma blanca,
calló al suelo cuando el viento cesó. La recogí y vi que en el
suelo había algo rojo. Sangre, un rastro de sangre en dirección al
río. Lo seguí durante largo rato hasta que la encontré. Era ella,
sabía que era ella. Estaba junto al río tumbada en el suelo, justo
donde el rastro de sangre cesaba. Unas enromes piedras sostenían su
cuerpo. La levanté como pude y vi su rostro. Era un rostro bello,
casi perfecto, unos cabellos de color marrón le colgaban por encima
de sus ojos, los aparte para poder verlos, y al hacerlo mi alma se
partió en dos. Su rostro era casi perfecto, pero sus ojos no lo
eran. Estaban heridos y sangraban. Arranqué un pedazo de mi camiseta
y se la pude sobre ellos, haciéndole una especie de venda con un
nudo por detrás de la cabeza para que se sostuviera. Los hilos de
sangre comenzaban a recorrerle las mejillas, caían en pequeñas
gotas contra el suelo. Puse mi mano bajo ellos y una gota golpeó
contra ella. Aquella figura se levantó lentamente. Alzó las manos y
me tocó el rostro. Cerré los ojos y contuve la respiración durante
unos segundos. Sentía el calor de sus manos, lo sentía. Era real.
Escuché una música que conocía. Abrí los ojos y desperté tumbado
en mi cama. Mirá a mi derecha y vi mi teléfono móvil sonado, era
la alarma para levantarme a tiempo de prepararme para ir al
instituto. Me levanté y comencé mi rutina como otro día normal.
Pero con una extraña sensación en el cuerpo. Me fui al baño para
asearme y cuando fui a mojar mis manos para lavarme la cara vi algo
en ella. Una extraña gota rojiza que se secaba lentamente. Un haz de
luz destelló desde una de las habitaciones, corrí hasta mi cuarto y
para mi sorpresa encontré una algo sobre la mesilla de noche, algo
blanco, suave e insignificante, algo que aun conservo y que guardaré
hasta encontrar la respuesta de aquel suceso que marcó mi vida, y
que aun hace que en mi mente vaguen preguntas, sobre aquel ángel
entre sombras.
Por: Carlainne