martes, 22 de mayo de 2012

Maldita Hiedra

Una vez más he pensado en ti,
En tus ojos, tu rostro, que raro.
Estoy cansado de ser así,
De todo lo que me ha pasado,
De verte en cualquier lugar,
En sueños, en mis versos olvidados,
Estoy arto y quiero cambiar,
Quiero cambiar este estado.
Dejar de ser sombra en la noche eterna,
Para ser luz en el día nuevo,
Quiero dejarte atrás, maldita hiedra.
Quiero que se avive mi fuego,
Ver quitar todas estas piedras,
Demolerlas, quitarlas de mi camino,
Dejar de ver como poco a poco enhebras,
Con tus negros hilos, mi destino.
Quiero quemar todo lo que he sido,
Para poder ser polvo en el viento,
Porque durante años he fingido,
He jugado con todo, y ahora no te miento,
Intentando vivir una vida que jamás he querido.
He vivido como si esto fuera para otro,
He jugado a ser el amo y señor de todo,
Cuando solamente soy un corazón roto,
Hundido en un profundo mar de lodo.
Y tu eres la única culpable de todo,
Eres la mayor de mis agonías,
Por tu culpa. Por la mía,
Por creer en tus palabras vacías,
Por que fui el títere de tus deseos,
Aquel que hacía lo que le pedías,
A cambio de unos breves paseos,
Y promesas que no merecía.
Maldita seas siempre,
Maldito sea tu recuerdo y tu sigilo,
Con el que poco a poco te acercabas,
El mismo con el que entraste en mí,
En mi alma herrante, en mi corazón,
Para dejarlo mortalmente herido.
Cuantas noches habré llorado por ti,
Cuantas lagrimas derramadas.
Destrozaste mi ser sin compasión,
Fuiste veneno en mis venas,
Dolor marcado a vivo fuego,
Pronto purgaré mi alma de tu recuerdo,
Terminaré al fin este infernal fuego,
Cortaré los negros hilos de tus telas,
Con las que tapabas mis ojos,
Y envolvías los despojos,
Que me quitaste, con esta condena.

Boda de luto

La niña cantaba,
Mientras su madre le prepara el velo,
Que al flamante vestido acompaña,
Con ligeros tonos de azul cielo.

Suenan campanas nupciales,
Lagrimas en los ojos, gente en movimiento,
Se escuchan palabras que suenan especiales,
La niña sabe, que ha llegado su momento.

La niña espera a su amado,
Ella sola impaciente le espera,
La cumbre de su amor ha llegado,
Espera al hombre que la quiera,

La niña espera sola y lo niega,
Espera sola a su amado,
Pero el nunca llega,
Le está esperando en vano.

La niña mancha su vestido,
Sus lágrimas caen desesperadas,
El amante marchito se ha ido,
Dejándola en el altar abandonada.

La niña abre sus ojos negros,
Y recuerda lo que ha pasado,
Recuerda todo aquel infierno,
Que pasó a su lado.

Él no pudo cumplir su promesa,
Prometió que antes del fin se casarían,
Pero su enfermedad le pesa,
Y la dejó sola en aquel gran día.