lunes, 27 de agosto de 2012

Recuerdos de una vida 1º Fragmento

Tiempo atrás mi vida no fue mucho mas tranquila que en estos momentos tan nefastos que invaden mis alrededores.
Recuerdo cuando jugueteaba revolcándome en la hierba del jardín de la vecina, recuerdo aquel tacto que sentía al tumbarme sobre ella, era suave, húmeda, cómoda, sedosa era como reposar sobre una gran cama echa de suave y blanda seda, era perfecta, podrías caerte, revolcarte, o tirarte que no te harías daño.
También recuerdo la dulce, tierna y cálida voz de mi madre llamándome-
Tobías hijo, ven corre, despídete de la vecina y lávate las manos que papa llegara pronto y nos iremos a nuestra nueva casa”.
Oh, si la recuerdo muy bien llamándome desde aquella pequeña ventana que permitía que los rayos del astro rey iluminaran la cocina de nuestra casita.
Ese día la dejamos para irnos a lo que mi padre decía que seria una casa mejor, años mas tarde volvería, tras la muerte de mi madre, una enfermedad hizo que se la llevara en tan solo unos meses.
Mi padre abrumado por la muerte de mi madre decidió que volviéramos a nuestra antigua casa, decía que allí se sentiría mas cercano a ella, ya que habían pasado la mayor parte de sus vidas allí, me mintió.
Tan solo un mes después de mudarnos de nuevo a nuestra casa, mientras estaba en el colegio, no pudo soportar la falta de mi madre, aquella persona que le había echo tan feliz durante tantos años, cogió un cuchillo y se atravesó el corazón dejando una carta, en la cual decía todo lo que me quería y que lamentaba mucho que tuviera que afrontar solo las duras clases de la vida, hay comenzaron los problemas que debería afrontar solo y sin ayuda de nadie.

Desde temprana edad me puse a trabajar en una mina que regentaba un amigo cercano de mi padre, trabajaba como minero en las galerías demasiado pequeñas para que un hombre adulto entrara a trabes de ellas. Por el día trabajaba y por las noches me sacaba los estudios básicos, para al menos poder en un futuro encontrar un trabajo mejor. Dos meses después el propietario de la mina murió y esta se cerró, yo me quede sin trabajo y pronto me quedaría sin casa, ya que el sueldo de la mina no llegaba para cubrir los gastos mínimos de la casa. Con solo doce años me vi mendigando por las calle y sin un lugar donde caerme muerto; pero entonces un ángel en forma de mujer de una edad avanzada me salvo de morir de frió y de hambre, aquella agradable vecina que me dejaba tumbarme en la hierba de su jardín me recogió, y me cuido y crió con cariño y ternura.
Unos años mas tarde, cuando yo tenia dieciocho años ya cercano a los diecinueve, esa dulce anciana que me crió como a su propio hijo, dándome cualquier capricho que quisiera, cuidándome y dándome una educación digna de una persona, muere en una fría noche de invierno debido a su vejez y a una enfermedad, la cual no consigo recordar. Ese día aprendí una nueva lección la cual aun respeto y conservo en mi memoria.
Para mi sorpresa la dulce anciana había dejado un heredero a todas sus pertenencias, me había nombrado su heredero. En el momento que vi su cuerpo tomar reposo en el cementerio una extraña mezcla de alegría y pena me inundo el corazón, y este se estremeció haciendo que lagrimas de esa extraña mezcla brotaran a través de mis ojos, como si de una fuente de emociones, sentimientos, y recuerdos se tratara. Esa sensación amarga y dulce al mismo tiempo me removía todas mis entrañas, mientras mis lágrimas descendían por mis mejillas.
La pena era por que sentía lo mismo que cuando se murió mi verdadera madre y así sentí lo que ninguna persona a sentido, el perder a una madre dos veces, por que para mi ella era como mi segunda madre, la alegría era por que sabia que iría directa al cielo pues ella se lo había ganado a pulso, simplemente con el echo de adoptarme como su hijo, criarme, educarme, quererme y encima nombrarme su heredero para que no pasara ninguna penuria, solo por eso ya se merecía el cielo, porque como dije antes ella era una ángel en forma de mujer.

Años más tarde, después de deambular por pequeños trabajos que no me llevaban a ninguna parte (carpintero, transportista, cochero…) conseguí un trabajo como escritor de cartas en una naviera.
Mi trabajo era sencillo, escribir las cartas que mi superior me dijera para enviarlas y que los barcos supieran como debían tratar la mercancía que llevaban.
Entonces cuando mi vida comenzaba de nuevo a tomar un rumbo adecuado dio un vuelco enorme y empecé a sentir una sensación que jamás había sentido, fue cuando el gerente de la naviera me presento por casualidad a su hija, la bellísima Mº Luisa Di’ banco, su hermosura era impresionante, sus cabellos dorados como si estuvieran hechos de oro, su cuerpo sensual y perfecto incitaba a cualquier hombre a quererla, sus labios carnosos adornados con un precioso carmín rojo y sobretodo sus ojos verdes, que brillaban como dos hermosísimas esmeraldas. Ella se acerco hacia mi y me pregunto mi nombre, yo le respondí- “mi nombre señorita es Tobías Malieri, para servirla a vos y a su padre”. Ella con una voz muy suave y educada me respondió- “gracias señor Malieri el placer de conocerle mío” a lo que yo respondí- “Dispense señorita pero debo decirle que el placer es mío por conocer a una dama tan bella como vos”.

Esa noche no pude dormir, solamente el pensar en ella hacia que mi corazón se moviera cada vez mas deprisa y un cosquilleo me recorría el estomago, en estos momentos desearía que mi padre estuviera para que me aconsejara y me dijera que era lo que debía hacer.
Poco a poco ella y yo fuimos estrechando lazos, primero con salidas formales de empresa, luego con acompañamientos a distintas tiendas de ropa, paseos por la bahía, invitaciones a pequeñas meriendas en compañía do otros amigos y al final ella y yo nos terminamos enamorando, mi amor se lo confesé mientras paseábamos un día por la bahía, ella me miro con una cara tímida y me respondió favorable diciendo que ella sentía lo mismo por mi. A las pocas semanas fuimos a decírselo a su padre pero antes de que pudiera mencionar palabra alguna el me rechazo, decía que no era lo suficiente bueno para ella y que además ella estaba comprometida a casarse con otro hombre, en ese momento mi corazón se partió en dos y el de ella también, su padre la había comprometido con un mercader musulmán que se había encaprichado de ella. Decía que seria mucho mas feliz con el mercader que con migo, por fortuna el me siguió tratando bien y no me desprecio ni despidió, pero mi amor por ella era inmenso y tenia que verla fuera como fuera, decidimos vernos a escondidas varias noches, pero ella estaba demasiado vigilada, al mes ella y el mercader se casaron en un bonito día de primavera, a la boda se invitaron muchos personajes aristocráticos importantes y algunos generales militares, el gerente de la naviera por supuesto fue invitado y yo también fui invitado a dicho enlace, cuando vi tanta gente importante allí me di cuenta de que me había equivocado sobre el, pregunte a uno de los invitados y lo que yo creía que era un simple mercader resulto ser un comerciante muy importante que comerciaba con armas, alimentos, madera, metales y demás suministros muy necesarios, estos eran exportados por todas partes del país y también a parte del extranjero, principalmente los metales. Ella en lo que debería ser el día mas feliz de su vida estaba triste y yo sabia por que, en un momento dado me di cuenta de que ella seria mucho mas feliz con el que con migo, aunque ella no lo quisiera. Yo no le podía dar nada y el podía dárselo todo, así que tome la dura y difícil decisión de olvidarla y dejar que ella continuara su vida sin mi. En el momento que ella me miro y yo me di la vuelta para marcharme una nube de tristeza lleno mi corazón............

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